domingo, 17 de febrero de 2019

Perra vieja.

Me gusta la gente clara,
la gente que merece la pena.
Los que sienten. Pero de verdad.

Los que no te regalan el oído,
con lo que quieres escuchar.
Los que te hacen mejor.

Las personas que prefieren
disfrutar de las cosas pequeñas,
de un buen café o un libro de poesía.

De personas que te prometen el cielo,
para después dejarte caer,
dándote de bruces contra el suelo,
ya está el mundo lleno.

Y lo siento si no confío,
si no doy lo mejor de mi,
si me canso a la primera de cambio.

Pero hay momentos, en los que la vida,
me pone entre la espada y la pared,
decido confiar, y siempre me terminan fallando.

Pero más sabe el diablo por viejo,
que por diablo,
y a mi ya, no hay nada en este mundo,
que me pille por sorpresa.

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domingo, 9 de diciembre de 2018

Personas y momentos.

Seguramente no era el momento. Tal vez éramos las personas correctas en el momento equivocado.  Quizá tu sentido del amor no coincidía con el mio. Quién sabe. Se acabó. Esa era la conclusión final. Que ya no habría más mensajes, ni mas "ten cuidado y avisa cuando llegues a casa". También se acabaron esas caricias, esas risas que eran pura vida, pasear de la mano por la calle y esos besos en la frente que te hacían sentirte como en casa. Y quizás esa fue mi perdición. Hay personas que muchas veces se convierten en hogar, y tú, por un momento, fuiste el mio. 

Todo era tan perfecto, que a veces incluso pensaba que era una ilusa porque todo eso no podía ser real, no me podía estar pasando a mi. Después de tantas subidas y bajadas, de tantas recaídas, parecía que por fin se veía un poco de luz entre tanta oscuridad, que por fin estábamos llegando a buen puerto. Pero al parecer, era la única que lo veía, y el tiempo me dio la razón. Aunque seas posiblemente la mejor persona que se le haya cruzado en su camino, es imposible pegar los trozos de un corazón que aún sigue roto. Y aunque yo estaba incondicionalmente dispuesta a pegarlos, con muchísima delicadeza y cariño, me terminé cortando. 

Hay quienes dicen, que nunca te arrepientas de nada de lo que hagas, porque si en ese momento lo hiciste, es porque verdaderamente quisiste. Y yo no me arrepiento de todo lo que hemos vivido. De esas cenas, de intentar con todo mi corazón que fueras feliz, de esas charlas, de estar hasta las tantas dando vueltas por ahí, de no ser nunca capaces de terminar una película, de la complicidad que teníamos, de lo que tu y yo sabíamos y el resto ni si quiera se imaginaba, porque contigo la cama no tenía lados, por todo el placer que hemos sentido, por convertir nuestros lunes en sábados por la tarde. No, no me arrepiento.

El problema fue, que te acostumbré muy mal desde el principio. A estar en todas las circunstancias, a darlo todo, aunque fuera sin recibir. A no dormir por si llamabas y podíamos vernos dos minutos escasos. Y es que siempre cometo el error de sorprender, de intentar que nada sea normal, de que nada sea lo que te esperas. De arriesgarme, sin temer un no. De hacer las cosas sin esperar nada a cambio. Y ese fue el principal rival, que yo estaba dispuesta a mucho más que tú. Y me sentí como la chuchería que te gusta echarte a la boca, porque sabes que cuando te haga falta o simplemente te aburras, ahí estaré.

Y no. No se puede hacer una cuenta nueva tras un borrón. Los borrones, en cuestión de vida, se hacen con rabia. Y la rabia nunca puede acabar nada. Y nada jamás, me avergonzará de mi cuenta ni me hará sentir tanto odio como para borrar mis experiencias y considerarlas algo que hay que arrugar y tirar a la basura. La verdadera valentía consiste en lo siguiente: subrayar el error, y seguir escribiendo.


lunes, 15 de octubre de 2018

Personas inesperadas.

Bala perdida. Así se ha encontrado durante estos meses. Disfrutando de cada pequeño momento y a la vez arrepintiéndose de muchos fallos que ha cometido y de los cuales se arrepiente. No tenía apenas ilusión por nada, su corazón se había vuelto de hielo. Hasta que un día apareció. Una persona que cada vez que la miraba, hacía que temblara cada minúscula parte de su cuerpo, alguien que le quitó los miedos de un plumazo. 

Alguien que fue quitando capas a ese corazón tan protegido del mundo y que dejó que le enseñara lo mejor de ella, alguien que sacó su parte mas sensible y poeta. Con quien el tiempo pasaba tan sumamente rápido, que su único deseo era que el tiempo se callara por un rato, y que se quedara congelado para poder disfrutar lo máximo posible ese momento. Alguien que le hizo tener otra perspectiva distinta acerca de las mismas cosas, alguien que le hacía sonreír tanto, que a veces incluso le dolía la cara de tanta risa. 

Y se muere de ganas de decirle que no le apetece otra persona que no sea el, que se muere por perderse de su mano por cualquier cuidad, comer en cualquier sitio recomendado que seguro que al final no es tan bueno como decían, besarse en cada esquina de cada calle, y que la noche se ponga celosa de lo que disfrutan los dos de su simple compañía. Que solo las cuatro paredes de la habitación de un hostal de mala muerte, sea la testigo de lo que sólo ellos dos saben y el resto ni siquiera se imagina. Y que la cama con él no tenga lados. Hacerlo inolvidable.

Y puede que algún día llegue ese momento, pero mientras tanto, lo único que sabe es que está tan jodidamente bien con él, que no quiere que acabe nunca. Y que ojala nunca se vaya. Porque lo conoció como a otro cualquiera, y ahora es alguien que quiere que esté siempre. Terminó siendo una persona inesperada, que llegó posiblemente cuando más lo necesitaba. Y eso, eso no se puede explicar con palabras.


viernes, 6 de abril de 2018

Por tí.

Había una vez una chica que conoció a un chico, su alma gemela. Eran tal para cual, o al menos eso pensaba ella. Todo era muy bonito, romántico, la ilusión iluminaba su vida... hasta que todas las charlas se convertían en discusiones. Empezaron a aparecer gustos diferentes, ideas y mentalidades distintas, tanto, que chocaban como si te estuvieran frotando continuamente las venas con un papel de lija. 

Todos los días, un drama nuevo, algo nuevo por lo que discutir. Amanece, y lo único que quiere es que todo cambie, que todo vuelva a ser como al principio, pero no es así. A veces, tenía miedo a lo que le deparaba el mañana, y eran tantas las discusiones, que callaba, con tal de que llegara el día siguiente y las cosas se arreglaran solas. Eran tantas las lágrimas derramadas y el profundo dolor en el pecho, que de la costumbre a que estuvieran presentes se hicieron íntimas amigas y salían a bailar, bajo la luz de la luna, casi todas las noches. 

Pero a pesar de todo, ahí estaba ella, enamorada perdidamente de una persona que le hizo perder el norte, sus principios, sus valores, sus manías... todo por complacerle, y no terminar en otra interminable guerra de miradas asesinas y palabras que te rompen el corazón a pedazos. 

Y cuando se dio cuenta de todo el daño, quiso salir de aquellas ruinas que la estaban destruyendo, durante mucho tiempo, pero no pudo. Tardó demasiado. En aquel momento estaba muy lejos de quien ella era realmente, porque conforme ese amor avanzaba, cada día perdía más su esencia, hasta que la perdió por completo. Su sonrisa incluso ya no era la misma.

Pero el día que menos lo esperaba, supo ser valiente, hacer frente a los problemas, darse cuenta de que aquello era insano para si misma y que la estaba consumiendo. Costó mucho, pero consiguió salir de aquella telaraña en la que estaba enredada. 

Desde entonces ha estado un poco perdida, vagando por calles desconocidas, aunque algunas le sonaban de vista. Se prometió a si misma cuidarse, quererse, respetarse, confiar en ella como nunca lo habían hecho, pero había perdido tanto, que resultaba muy difícil. Hasta que apareció. 

Alguien que la escuchaba, alguien que pensaba que se le veía muy bonita por fuera para tantas guerras que había pasado. Alguien que la comprendía, que estaba ahí día a día, conversando con ella, escuchando todos sus melodramas, para luego acabar entre los dos riéndose de ellos. Alguien que le abrió lo ojos y le hizo recuperar esa confianza que le faltaba y poco a poco volvió a quererse tal y como era. Alguien a quien ella sentía que le importaba y le apreciaba tal como era, con sus defectos y virtudes.

Y por tí, recuperé todas las cosas que me faltaban. Y no me queda otra que agradecértelo eternamente; por devolverme a la vida y devolverme la persona que era. Por hacerme recuperar la ilusión. 

Moraleja: Nunca pierdas tu esencia, nunca pierdas quien verdaderamente eres. Quien te quiera de verdad te aceptará como eres, da igual las condiciones. Pero para que te quieran, tienes que empezar por quererte a ti misma.


lunes, 12 de febrero de 2018

Sin rencores.

Ahí estas, tumbada en el sofá, viendo una serie en la televisión cuando te paras a pesar en que coño estas haciendo con tu vida. Miras un tiempo atrás y ves como todo ha cambiado; como hay amistades que se han terminado partiendo de tanto tirar de la cuerda, como personas por las que pondrías la mano en el fuego te han defraudado, como todo el puzzle se iba desmoronando poco a poco, para terminar metida en un caos, tu propio caos.

Piensas que ya nada merece la pena, que ya no sabes que hacer ni a donde ir, ni si quiera en quien confiar. Entonces es cuando aparece el miedo, miedo a que opinen de ti; miedo a que juzguen sin saber. Pero, gracias al tiempo, me he dado cuenta de que eso es la mayor tontería del mundo.

Ni a todo el mundo le vas a caer bien, ni a todo el mundo le va agradar tu presencia, ni al chico que te gusta le vas a gustar y si siguiera no acabaría nunca. El tiempo da experiencia, o eso dicen, y con el tiempo me he dado cuenta de que nadie da nada por nadie, que todo el mundo va a juzgar cada paso que des, que van a opinar de todo lo que hagas, por eso SIEMPRE tienes que hacer lo que te apetezca, lo que quieras en cada momento y no para agradar a los demás, sino para agradarte a ti mismo. Que puedes cometer mil errores de los que después pueda que te arrepientas, pero que en su momento disfrutaste, muchísimo.

Por eso digo, sin rencores, que al menos yo, voy a seguir haciendo lo que me nazca en cada momento, porque si no, no sería yo misma y que se entere el mundo entero de lo que hago, ya es algo que me trae sin cuidado.

Confiaré en los que tenga que confiar, ayudaré a los que me ayudan, querré a los que me quieran tal y como soy y brindaré mi amistad a los que se quieran quedar a mi lado. No pienso dejarme más la vida por defender lo indefendible, por intentar ser alguien que no soy por miedo a lo que piense la gente, porque habrá gente que te aconsejará porque te quiere, y otras porque quieren hundirte, y yo ya me he cansado de ser la hundida en esta historia.

"A veces en la vida
es bueno apartar todo
lo que no te hace bien.

Mirarse por dentro
y continuar."

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miércoles, 3 de enero de 2018

Y que tendrá la luna.

La luna esta llena de miradas que se perdieron buscando una respuesta. Como esas miradas que cada vez que le veías, mataban. Como esas miradas cómplices de un asesinato por perderte en sus labios, sin saber salir de ellos. Y así es como me perdí. Me perdí incapaz de encontrar una salida a ese entuerto en el que me veo estancada, sin posibilidades de seguir adelante, de seguir avanzando.

Pero supongo que eso es como todo, que llegará un día en el que todo esto dejará de importar, de que la página se pasará sola y solo entonces seré capaz de seguir adelante.

Pero es inevitable pensar en lo que pudo haber sido y no fue. Inevitable llorar al pensar que no puedes volver. El no poder evitar recordar tu sonrisa y que ya se ha hecho tarde.

Que me sobraba mundo cuando estaba contigo, que no necesitaba nada más cuando mi almohada era tu ombligo.

Y que a veces sentía, que llegaste para salvar la suerte que perdí otras veces.

Pero, como siempre, esto se queda aquí, guardado entre letras como un pequeño secreto, del que solo la luna, que todavía no me da ninguna respuesta, y yo, seremos testigos.


Un juego de azar.

El amor es un puro juego de azar en el que apuestas todo y nada. Apuestas tu amor a la banca, esperando a que alguien lo gane, y cuando ese alguien lo gana llega un momento en el que pierde y se queda sin nada. Piensas que nadie va a jugar mejor que el anterior y que nadie apostará por ti porque vales menos, pero lo que no sabes es que vales más que cualquier otro premio. Casi al final del juego, llega a alguien que aprecia lo que tiene y aunque haya tenido varias pérdidas ha sabido volver a recuperarte e incluso ha hecho que subas de valor. Pero en este juego de azar no siempre se gana y hay gente que a la primera jugada lo pierde todo y se cansa de volver a intentarlo. A veces el amor es un juego de perder, pero para poder ganarlo, tienes que aprender de tus errores.

- No quiero ser Neruda.

"Puedo escribir los versos mas 
tristes esta noche"
pero, si vienes,
me follas,
me abrazas
y me vuelves a querer,
te juro que me los guardo.-